fredag 22 januari 2010

Duccio


La otra gran escuela trecentista , radica en la misma Toscana, en la vecina Siena, la rival de Florencia. La mística ciudad de Siena, disfruta en esa época de intensa actividad pictórica. De vida tan corta, que no rebasa el fin de siglo, sus rasgos más destacados son su sentido lírico y su apego al estilo tradicional, lo que es igual, su bizantinismo. Agregándosele la gran influencia del gótico francés, que contribuye en gran medida, a crear un sentido de la forma más blando y flexible. Frente al tono giottesco fuerte y dramático, distínguese la escuela senesa, por su gracia y elegancia ligera.


El patriarca de la escuela es Duccio de Buoninsegna, quien ya en 1285 pinta la Madonna Rucellai, la que, dentro de su aspecto bizantino, descubre una leve expresión de ensueño que persistirá en la escuela. Pero su gran obra es la Maestá, cuyo traslado procesional, desde el estudio del pintor al altar mayor de la catedral ,en 1310, resulta todo un acontecimiento. Es un gran tablero, ligeramente apaisado, en cuyo anverso aparece la Virgen en majestad sentada, en su trono y rodeada de ángeles, santos patrones y mártires de la ciudad, mientras que en el reverso se presentan numerosas escenas de la vida de Jesús.


Pese al tono grave y solemne de la gran composición de la Virgen, rodeada de santos, cuyo bizantinismo es patente, tanto en el conjunto como en los menores detalles, el aire fino y elegante que anima a las figuras, es vivo reflejo de la delicada sensibilidad senesa. Y, esa misma gracia leve y sutil, se hace aún más sensible, en la interpretación de las deliciosas y pequeñas historias del dorso.

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